domingo, 23 de julio de 2006

ISRAEL MALO, MALO !

Hizbollah y Hamas, buenos, buenos!

El internacionalista, Farid Kahatt denunció que el Perú no ha tenido hasta el momento una posición clara de repudio a la violencia desatada por Israel en el Líbano.
Dijo que la actitud de nuestro país debe ser distinta a la que adoptó el saliente gobierno de Alejandro Toledo cuando se trató el tema en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Al respecto, dijo que el Perú fue una de las dos naciones que se alinearon con la posición norteamericana en contra de la resolución de condena a las acciones bélicas de Israel.
"Fue una posición derrotada por 10 votos a favor de una resolución de condena a las acciones israelíes y esa resolución no se aprobó por un veto del gobierno de los Estados Unidos", manifestó.
En diálogo con CPN Radio, advirtió que la comunidad internacional está maniatada de resolver este conflicto, mientras el gobierno norteamericano amenace con rechazar cualquier resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a favor de un alto al fuego en esa parte del Medio Oriente.
Deploró que Israel para lograr su propósito de eliminar la presencia de la organización político militar libanesa del Hizbollá ,de la zona contigua a su frontera norte, no repare en las consecuencias de sus acciones contra la sociedad del Líbano
Por ello vaticinó que se incrementarían las cifras de muerto que llega a los 350 en sólo 10 días. Recordó que Israel ya lanzó advertencias a la población del sur del Líbano para que evacue la región en preparación a un posible ataque terrestre.
No deja de sorprenderme que personajes tan bien informados como el ínclito profesor Kahatt caiga en el pacifismo fashion y tenga la concha de pedir una posición acorde con ese pensamiento de moda, harto superficial.

¡Que pasó con la "reflexión profunda" prosor! ¿Por qué no incluye en su argumentación al menos una referencia sobre la acción del terrorismo islámico que siempre ha usado a los civiles como escudos humanos, agobiando a Israel desde el siglo pasado? Una cosa es tenerle bronca a la señora Eliane Karp y sus protegidos... pero de allí a agarrársela con toda una nación?

Como en los cuentos infantiles: el malo es Israel; y si no estas de acuerdo, toma esto!




Por Guille da Maus


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6 comentarios:

  1. Anónimo11:07 a. m.

    No lo puedo creer...
    Mario Vargas Llosa se convirtión en "pacifista fashion"... horrooooor


    Israel y los matices
    By Mario Vargas Llosa
    Especial Diario La Estrella

    Illan Pappe, historiador revisionista israelí, procede de una familia de judíos alemanes de sólidas credenciales liberales, y él mismo fue educado dentro de esta corriente de pensamiento que defiende la sociedad abierta, el mercado, al individuo contra el Estado y opone al colectivismo -la definición del ciudadano por su pertenencia a una clase social, una raza, una cultura o una religión- la soberanía individual. Hace unos días le oí contar que, cuando empezó a tomar distancias contra el sionismo, doctrina que sustenta la creación y la naturaleza del Estado de Israel, pensó que su evolución política estaba dentro de la ortodoxia liberal y que cuestionar la ideología sionista era, además de otras cosas, dar una batalla contra el colectivismo. Pero no encontró en su país partido o movimiento político liberal donde encajaran sus ideas, pues la inmensa mayoría de los liberales israelíes eran sionistas. Esto lo fue acercando a quienes, por doctrina, eran sus naturales adversarios políticos, los comunistas, con quienes discrepaba en todo lo demás, pero coincidía en su posición crítica del sionismo. Y eso hace que desde entonces, se quejaba, los amantes de la simplificación y enemigos de los matices, lo cataloguen de "comunista".

    La abolición de los matices facilita mucho las cosas a la hora de juzgar a un ser humano, analizar una situación política, un problema social, un hecho de cultura, y permite dar rienda suelta a las filias y a las fobias personales sin censuras y sin el menor remordimiento. Pero es, también, la mejor manera de reemplazar las ideas por los estereotipos, el conocimiento racional por la pasión y el instinto, y de malentender trágicamente el mundo en que vivimos. Hay ciertos conflictos que, por la violencia y los antagonismos que suscitan, conducen casi irresistiblemente a quienes los viven o siguen de cerca a liquidar los matices a fin de promover mejor sus tesis y, sobre todo, desbaratar las de sus adversarios.

    Quiero ilustrar con un ejemplo personal lo que trato de decir. La Fundación Internacional para la Libertad organizó hace unos días, en Madrid, un encuentro entre intelectuales judíos y árabes, en el cual, en una de sus intervenciones, el periodista Gideon Levy, crítico severo del gobierno de su país, dijo que él militaba contra la ocupación de Cisjordania porque no quería sentirse avergonzado de ser israelí. Yo, por mi parte, al clausurar el evento, parafraseando a Levy, dije que mis críticas a la política con los palestinos de los dos últimos gobiernos de ese país se debían a que tampoco quería sentirme avergonzado de ser amigo de Israel. Dos días después, el diario israelí Haaretz publicaba una crónica del propio Gideon Levy sobre el encuentro madrileño, bastante exacta, pero con un título que, al cambiar el matiz, me hacía decir algo que yo no había dicho: "Vargas Llosa tiene vergüenza de ser amigo de Israel".

    El diario recibió 199 cartas de lectores israelíes indignados, que publicó en su blog. Las he ojeado con cierta estupefacción, pese a que ellas no hacen más que confirmar algo que, desde que empecé a pensar por mi propia cuenta en cuestiones políticas hace cuarenta años, ya sé de sobra: lo fácil que es tergiversar, caricaturizar o desacreditar a quien disiente, o parece disentir, de nuestras convicciones dogmáticas. Lo curioso es que casi todas las cartas me llaman "comunista", "ultra izquierdista", "castrista", "otro Saramago", "antisemita", y, una de ellas, la más imaginativa, se pregunta: "¿Qué se puede esperar de alguien que sube a los escenarios con la conocida actriz estalinista Aitana Sánchez Gijón y que escribe en El País, el periódico más izquierdista de toda Europa?". Bueno, bueno. Mis vociferantes objetores no parecen sospechar siquiera que de lo que yo suelo ser acusado más bien, en España y en América Latina, es de neo-con, de ultra liberal, de pro americano y otras lindezas por el estilo por atacar a Fidel Castro, a Hugo Chávez y criticar con frecuencia el fariseísmo y el oportunismo de los intelectuales de izquierda.

    En realidad, una de las cosas que soy, o, mejor dicho, trato de ser en la vida, es un leal amigo de Israel. Muchas veces he escrito que visitar ese país hace treinta y pico de años fue una de las experiencias más emocionantes que he tenido y que sigo creyendo que construir un país moderno, en medio del desierto, de lineamientos democráticos, con gentes provenientes de culturas, lenguas, costumbres tan distintas, y rodeado de enemigos, fue una gesta extraordinaria, de enorme idealismo y sacrificio, un modelo para los países como el mío, o los demás países latinoamericanos o africanos, que, con muchos más recursos que Israel, no consiguen todavía salir del subdesarrollo. Es verdad que Israel en el curso de su breve historia ha recibido mucha ayuda exterior. Pero ¿no la han recibido también muchos otros, que la han desaprovechado, derrochado o simplemente saqueado?

    Para mí, el derecho a existir de Israel no se sustenta en la Biblia, ni en una historia que se interrumpió hace miles de años, sino en la gestación del Israel moderno por pioneros y refugiados que, luchando por la supervivencia, demostraron que no son las leyes de la historia las que hacen a los hombres, sino éstos, con su voluntad, su trabajo y sus sueños los que le marcan a aquélla unas pautas y una dirección. Ningún país existía allí, en esa miserable provincia del imperio otomano, cuando nació Israel, cuya existencia fue luego legitimada por las Naciones Unidas y el reconocimiento de la mayoría de países del mundo.

    Ahora bien, para que Israel tenga un porvenir seguro y sea por fin un país "normal", aceptado por sus vecinos, debe encontrar un modo de coexistencia con los palestinos. Y contra esta coexistencia conspira esa ocupación de Cisjordania que se prolonga indefinidamente y que ha convertido a Israel en un país colonial, lo que ha crispado de manera indecible sus relaciones con los palestinos. Las condiciones en que éstos han vivido, en Gaza, y viven todavía dentro de los territorios ocupados, sobre todo en los campos de refugiados, son inaceptables, indignos de un país civilizado y democrático. Lo afirmo porque lo he visto con mis ojos. Los amigos de Israel tenemos la obligación de decirlo en alta voz y censurar a sus gobernantes por practicar en esos territorios una política de intimidación, de acoso y de asfixia que ofende las más elementales nociones de humanidad y de moral. Y, también, de condenar sus reacciones desproporcionadas a los actos terroristas, como la actual, que, a raíz del secuestro criminal de un soldado israelí por militantes palestinos, ha causado ya decenas de muertos civiles inocentes en Gaza y amenaza con resucitar la guerra con el Líbano.

    Esto no significa, en modo alguno, justificar las acciones criminales de los terroristas de Hamás o la Jihad Islámica o de los otros grupúsculos armados que operan por la libre. Pero sí reconocer que detrás de estas acciones injustificables y crueles -las bombas de los suicidas, los ataques ciegos a la población civil, los secuestros, etcétera- hay un pueblo desesperado al que la desesperación empuja cada vez más a escuchar no la voz de los moderados y razonables sino la de los fanáticos y a creer, estúpidamente, que el fin del conflicto no está en la negociación sino en la punta del fusil o la mecha de la bomba.

    La superioridad de Israel sobre sus enemigos en el Medio Oriente fue política y moral antes que la de sus cañones, sus aviones y su modernísimo Ejército. Pero, debido a su extraordinario poderío, algo que suele volver a los países arrogantes, la está perdiendo, y eso lleva a algunos de sus dirigentes, como creía Ariel Sharon, a pensar que la solución del conflicto con los palestinos puede ser un 'diktat', una fórmula unilateral impuesta por la fuerza. Eso es una ingenuidad que sólo prolongará indefinidamente el sufrimiento y la guerra en toda la región.

    Mi amigo israelí David Mandel (¿o debo decir ahora ex amigo, ya que me he vendido a los palestinos?) me conmina en una carta abierta a que devuelva el premio Jerusalén que recibí en 1995. Se trata de un premio más bien simbólico, pero que a mí me llena de orgullo, y no voy a renunciar a él, porque, aunque David no pueda entenderlo, lo que yo hago y escribo sobre Israel no tiene otro objetivo que seguir siendo digno de esa hermosa distinción, que me fue concedida por mi compromiso con la democracia y la libertad. Para mí, mi adhesión a Israel es inseparable de aquel compromiso, como es el caso de tantos israelíes que, a la manera de Illan Pappe, Gideon Levy, Amira Hass o Meir Margalit, pero sin duda de manera más radical que yo, denuncian las políticas de su gobierno con los palestinos y plantean alterativas.

    Es verdad que ellos representan una minoría, ese matiz que los adoradores de verdades dogmáticas desprecian. Ni siquiera sé si yo estoy de acuerdo en todas las posiciones que ellos defienden. Probablemente, no. Creo, por ejemplo, que el sionismo tiene unas razones que no pueden descartarse de manera abstracta, prescindiendo de un contexto histórico preciso. Pero que ellos, y otros muchos como ellos, vayan contra la corriente y sean capaces de oponerse de manera tan resuelta a lo que les parecen políticas equivocadas, contraproducentes o brutales, y que puedan hacerlo sin ser perseguidos, encarcelados, o liquidados, como ocurriría -ay- entre casi todos los otros países de la región, es una de las realidades que todavía mantiene viva mi esperanza de que haya un cambio en Israel, y, otra vez, la negociación sea posible, y pueda llegarse a un acuerdo razonable que ponga fin a esa infinita hemorragia de dolor y de sangre.

    El encuentro madrileño de judíos y árabes fue asimétrico, porque cerca de diez palestinos que habían aceptado nuestra invitación no pudieron venir, y porque algunos israelíes, como Amos Oz y David Grossman, cuyas voces queríamos escuchar, tampoco lo hicieron. Pero no fue inútil: una gota de agua en el desierto es mejor que ninguna.

    Hubo, por ejemplo, exposiciones magníficas y no del todo irreconciliables, de Shlomo Ben Ami y de Yasser Abed Rabbo, que participaron en las negociaciones de Camp David. Trataré de seguir convocando estos diálogos, invitando no sólo a quienes hablan por la mayoría, sino también por las pequeñas minorías, esos matices olvidables en los que, sin embargo, muy a menudo se agazapa la verdad

    BIENVENIDO MARIO

    Mejor "pacifista fashion" que DERECHISTA FACHO
    ja ja... o no, guille??

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  2. ese articulo ya es "pasado" (salio en el mrcioco la semana antepasada) y en el blog de Faveron (puente aereo) hice mis comentarios al respecto, si quieren verlo.

    Vargas Llosa minimiza muchos hechos cruciales en el entendimiento del conflicto como esto que publique en el post. Mencionar esos detalles ¿me hace "derechista (fashion)?

    je je, vaya !

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  3. Anónimo9:41 a. m.

    fashion no, guille...FACHO

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  4. Anónimo5:39 p. m.

    visiten

    http://raton-en-la-luna.blogspot.com/2006/07/poco-poco.html#comments

    el raton ha sido desenmascarado

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  5. Anónimo7:36 a. m.

    Esta vez no estoy de acuerdo contigo, Creo que Israel esta usando una fuerza desmedida contra el Libano.
    Este tipo de acciones han hecho de Israel el pais mas odiado de toda la zona de medio oriente y que lo unico que lo ha salvado es la alianza que tiene con EEUU. Que siempre lo ha defendido en el consejo de seguridad de la ONU a cambio de tener bases militares en Israel y ciertos negocios de armas.

    Ahora tambien es desmedido ya que Israel produce armamento y tiene libertad de comprarle a EEUU sin problemas y libano tiene un bloqueo hecho por Israel con el cual no puede comprar nada y el unico acceso a armamento que tiene es a traves de traficantes de armas que no llega ni al 1% de lo que EEUU, Francia, China, Rusia e Inglaterra producen y venden a todo el mundo.

    Saludos,

    Miguel

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  6. Anónimo4:39 p. m.

    Como se puede saber si realmente fue Mario Vargas Llosa quien publico el texto? De donde origino?

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