jueves, 26 de abril de 2007

Hasta siempre PROFESOR

Yo y Fabber lo conocimos porque llevamos un curso con él. Parco y sereno, era muy distinto de todos los profesores de la facultad. Lo suyo era olvidarse de los syllabus, programas, planes estratégicos, etc. Lo suyo era sentarse a conversar con sus alumnos y con cualquiera dispuesto a intercambiar ideas.

La última vez que charlé con él hace casi un par de meses, en la cafeta de Artes del campus de la gran PUCP, hablamos sobre el mismo conversar. No concebía (o no se imaginaba quizá) una enseñanza donde el profesor no dialogara con sus alumnos. Le obsequié una Huellas, revista católica, donde justamente coincidimos (se decía agnóstico) en el título de uno de los artículos: Educar es ayudar a los jóvenes a entrar en su propia humanidad, algo que el poeta definitivamente logró con sus últimas obras dirigidas a los niños. Quedé en comunicarme para conocer su comentario y de paso obsequiarle otra edición de la revista. Sin embargo, él ya ha alcanzado el infinito.

Me acuerdo cómo le hizo gracia el comentario de una amiga sorprendida por su apertura y entrañable humanidad, una personalidad radicalmente distinta del resto de luminarias de nuestra "isla letrada" limeña: ¿Serán todos los chinitos así? Ojalá que sí.

José WATANABE
Como dice Ocram, Jose Watanabe ya es la montaña:

Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar.

Voy sin mentirme: la montaña no es madre, sus cuevas
son como huevos vacíos donde recojo mi carne
y olvido.
Nuevamente veré en las faldas del macizo
vetas minerales como nervios petrificados, tal vez
en tiempos remotos fueron recorridos
por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba.

Allí está, hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro
en su perfecta indiferencia
y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia.

He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré
que aún no soy la montaña.
Animales de invierno somos todos.

Por Guille da Maus

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2 comentarios:

  1. Hemos coincidido en el título, Guillermo. Yo hace más de un año que no he podido conversar con él. Ha partido una de las personas más pacientes, sabias y sencillas que he llegado a conocer.

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  2. Anónimo10:21 a. m.

    Que suerte tienes de haberlo conocido.

    Saludos

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