LA PRIMERA PIÑATA DE LA NACIÓN

A falta de "Primera Dama de la Nación" que distraiga la vista (al menos), buenas son las piñatas para animar la fiesta de inauguración del nuevo gobierno. Y como con Eliane Karp muere el cargo, nadie mejor que ella como blanco de las primeras fiscalizaciones del próximo gobierno. Méritos, le sobran:


El caso con Mrs. Toledo es que se trataba de toda una académica en la cual toda nuestra intelectualidad orgánica progresista depositó sus esperanzas (y fantasías), desde los artistas "comprometidos" como Victor Delfín, hasta los robolucionarios de salón como Nelson Manrique, pasando por los colectivos feministas, gay, ambientalistas, etc. Sus últimas perlas la pintan de cuerpo entero. ¿Esta es la intelectual que con su envidiable formación (Martha Hildebrandt dixit) contribuiría a estrechar vínculos entre las "mayorias indígenas marginadas" y las "élites urbanas"? Manam!

Su medianía antropológica seguramente la convencen de que ha hecho una labor extraordinaria a favor de sus “queridos indígenas”, a quienes parece ver como los buenos salvajes que la visión europea de hace cuarenta años tenía de las comunidad nativas del hemisferio sur.
De allí la absoluta futilidad de sus “trabajos” en el sector. Irrelevantes para el futuro del país y sólo con rating para las viejas ONG planetarias que suelen dudar entre apoyar a pueblos no contactados o salvar especies animales en vías de extinción.
Karp va a pasar al olvido por su obra. Quedará registrada en la memoria política por su destemplanza, su gusto por lo superfluo y la obsesiva malignidad con la que ha dedicado parte de su tiempo a tratar de destruir a quienes consideraba sus enemigos.
No la va a extrañar, pues, ningún pueblo que haya alcanzado reconocimiento gracias a su labor. Tampoco el resto del país, que deberá ver en su gestión un contraejemplo de lo que debe hacer o no hacer una primera dama.

Por Guille da Maus (de vuelta por el rrioba!)

Tags: Eliane Karp, Alejandro Toledo.