miércoles, 28 de noviembre de 2007

"... pronto cumpliremos 20 años de darles enormes facilidades y bocados a los negocios (...) con los resultados sociales que están a la vista"

(Mirko Lauer)

A la vista tengo un par de bloques de departamentos construyéndose mientras abajo en la calle un empleado municipal de limpieza conversa por celular. Ni los departamentos ni el celular ni otras cosas llegaron por arte de magia ni son simple paisajismo. No es gratuito que un centenar de trabajadores participen en la edificación ni que ésta a su vez requiera de un conjunto de acabados que mueven el negocio de decenas de empresas, cada una con su respectiva cuota de empleados. Tampoco es gratuito que un empleado de limpieza o un guachiman esten usando un celular, o que en un asentamiento humano no falte una tienda de DVDs piratas junto con las infaltables bodegas y expendios de licores.

Hace casi 20 años todo esto era impensable. Lo que tenemos actualmente no es lo ideal pero tampoco es fruto del retroceso. Hace casi 20 años nadie consideraba que los pueblos alejados tuvieran servicios de comunicación ni otros servicios como luz y agua (potable). Hoy no solamente es posible, sino que es un derecho.

Nadie niega que hayan urgencias sociales. Pero por afán inmediatista no podemos agarrar y patear el tablero como pretenden algunos profetas del alter(tercer)mundismo. Nuestro capitalismo criollo no es el ideal pero, mal que bien, tiene sus frutos. Hay muchas cosas que cambiar, pero no a punta de amenazas, revanchismos o violencia. Y para curarnos de eso hay que saber ver con los ojos, no con el hígado.

Por Guille da Maus

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1 comentario:

  1. Es curioso, pero mientras se busca evitar el desborde popular con la creación de mitos de bienestar, no se hace nada por contener el desborde capitalista, que es la "revolución" de los pocos, en desmedro de las mayorías.

    Me corrijo: más que curioso, es indignante. Habría que reflexionar un poco más sobre ello, dejar de lado los sesgos ideológicos pro-clase empresarial y hablar con un poquito más de amor por la verdad. No hay progreso real, mientras se siga discursos que nos llaman a alegrarnos por estar un poquito bien luego de 20 largos años de dictadura fascista.

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