lunes, 3 de abril de 2006
LOS PECADOS DE LOURDES (III): Ser "LA CANDIDATA DE LOS RICOS"
Es el menos racional de todos los pecados de la candidata y el que debería evidenciar la hipocresía de sus acusadores. Lamentablemente cuando se trata de sentimientos, no cabe ni el más minimo razonamiento. Pero los que podamos intentemos reflexionar al respecto.
Si acaso todos esos ricos y poderosos por el mero hecho de serlo debieran conformar un único grupo/clase/élite compacto cuyos integrantes van "todos a una" ("contra los pobres")... no tendriamos ricos y poderosos auspiciando a candidatos como Humala (como el ahora famoso "Siomi" Salomón Lerner Ghittis), y Alan García (de la mano del "Satán" Dionisio Romero, como recientemente se difundio en un reportaje televisivo). La verdad es que siempre hubieron ricos y poderosos muy bien representados o presentes en todos los gobiernos. Los famosos doce apóstoles de Alan García no fueron sino un marco de gran proteccionismo populista frente a las importaciones y de otros privilegios como el dólar MUC. Lo mismo sucedió en los gobiernos de Belaunde y Fujimori. Incluso durante la dictadura de Velasco cuando se decidió proteger la producción nacional con subidas de aranceles: se estaba protegiendo tambien a los dueños y productores de esa industria nacional... los cuales no eran precisamente unos pobrecillos de Dios.
Endilgar a un solo candidato la complicidad exclusiva con los ricos y poderosos es simplemente un autoengaño, como también lo es pretender que contra o sin ellos se puede gobernar un país. La economía es cruel: sin el incentivo de poder obtener beneficios de una actividad o trabajo, nadie emprenderá la aventura de hacer empresa y, por lo tanto, no habrá creación de riqueza ni de puestos de trabajo. Por eso fracasa todo socialismo cuando se pretende reemplazar la iniciativa privada con un estado papá que concentra la riqueza para redistribuirla como cree mejor. Recordemos la corrupción aprista, fujimorista, y toledista en sus programas sociales (Mercados del Pueblo, ECASA, PRONAA, FONCODES, las oenegés de Eliane Karp, etc) que crearon (y siguen creando) muchos nuevos ricos con el negocio de dar migajas a los pobres. Negocio redondo porque un pobre desesperanzado siempre agradecerá por lo menos un mendrugo de pan masticado a no tener nada.
Con tal estado de pauperización económica, mental y espiritual, la riqueza ajena siempre será sospechosa. Por eso en nuestro país el tener éxito se ve como algo negativo. Por eso tenemos a personajes como Magaly Medina y los ampays. Las retóricas de "lucha de clase" que atraviesan nuestro imaginario cuentan con esos sentimientos de envida, rabia y resentimiento para cultivar prosélitos. Está de más intentar razonar con un pobre -adoctrinado- sobre la creación de la riqueza y como un estado redistributor no puede garantizar más que su satisfacción pasajera en lugar del largo, lento, pero seguro camino de la libertad económica donde la opulencia de unos garantiza el crecimiento del consumo y la creación de nuevas necesidades (lujos) que constituyen a su vez oportunidades de trabajo y empleo para satisfacer estas crecientes y diversas demandas. Con el tiempo esos lujos se convierten necesidades indispensables para todos, como ya sucedió con la electricidad, el agua potable, las telecomunicaciones y un largo etcétera. De más está decir que es con la ampliación y crecimiento de estos servicios que bajan sus tarifas y mejora su calidad, y no por control de precios que termina produciendo paquetazos.
El mercado se convierte así en el mejor distribuidor de la riqueza. ¿Es perfecto? Obviamente no lo es, pero su alternativa es peor ya que engendra corrupción y constriñe la iniciativa individual y su capacidad de crear e innovar. Ya lo experimentamos con los gobiernos de Velasco y Alan García. ¿Queremos más de lo mismo?
Por otra parte, cuando a la candidata Lourdes Flores se la califica como "la candidata de los ricos" no debiera tomarse a mal el epíteto si por coherencia democrática recordamos que es legítimo que todo grupo social/económico tiene derecho a ser representado. Así tenemos que los pobres tienen -supuestamente- sus representantes exclusivos, quienes curiosamente son los mismos que insisten que los ricos tienen el suyo propio. Pero la visión maniquea subyaciente a la concepción clasista de la sociedad que sostiene que las desigualdades sociales son injustas, hace pensar que el hacer y acumular riqueza es pecado, que si se obtiene a partir del trabajo de otros se convierte en maldad. De allí el dogma tercermundista de que el éxito y la riqueza de unos se deben al fracaso y pobreza de otros. Sin ánimo de entrar en discusiones sobre la falacia de la plusvalía marxista, las teorias de precios y del interés, etc. lo cierto es que en los paises donde ese "capitalismo salvaje" se ha desarrollado, ha traido la prosperidad a sus trabajadores, y una sociedad más libre y consciente de sus derechos.
En el Perú nuestra clase empresarial tiene fama de mercantilista habiendo acumulado un largo historial de abusos desde los tiempos de la oligarquía y el gamonalismo. Sin embargo, como lo mencione al principio, siempre supieron acomodarse con el poder de turno apadrinándolo en muchas ocasiones. Los proteccionismos de etiqueta "nacionalista" alientan los más descarados negocios mercantilistas (el del dolar MUC aprista, por ejemplo) y las incursiones estatales en la actividad empresarial crean muchos nuevos ricos de la forma más desleal e injusta que pueda haber: robando de nuestros bolsillos a través de los impuestos.
Tales comportamientos en un contexto de economía de mercado globalizada no tienen cabida. De aquellos 12 apóstoles de Alan García quedan muy pocos, los que supieron adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos (el respeto al Estado de Derecho, las normas de calidad, etc.) Por tanto, ya sabemos que sucederá si acaso en un muy probable arrebato de populismo, un eventual gobierno Humalista o Aprista decide "proteger" la industria nacional.
Mienten descaradamente aquellos que en un afán manipulador de identificación con el pobre se sacuden de la compañía de los ricos. La realidad es que no pueden prescindir de ellos, lo cual no tiene por qué significar un lastre porque nadie puede vivir del mero amor. Ricos son los que financian campañas, como los que dan empleo en sus empresas e industrias a casi todos nosotros. Si después de esta contienda electoral el ganador resulta ser Humala o García: o saldrá con discursos y gestos "concertadores" para atraerse la confianza de aquellos a quienes ha vilipendiado durante su campaña, o irá a por ellos destruyendo nuestra economía, haciéndonos mas pobres. ¿Nos dejaremos engañar así, otra vez?
Por Guille da Maus
Tags: Elecciones 2006, Economía, Guerra Sucia.
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