VENEZUELA EN EL PERÚ

El líder opositor venezolano Manuel Rosales está pidiendo asilo en el Perú. Aunque es obvio que el régimen de Hugo Chavez es dictatorial a la Fujimori (plebiscitario) multiplicado por 100, y que el mismo dictador no se cansa en repetir ante las cámaras y en cadena nacional que quiere retorcerle el pescuezo a sus detractores, lo que no es tan obvio es que la oposición en Venezuela anda desarticulada y sin planteamientos claros. Rosales como el general Raúl Baduel o el líder estudiantil Yon Goicoechea (acosados también por el aparato judicial del chavismo) no ofrecen una alternativa firme y segura contra la superpopulista revolución chavista. Como en el Perú durante el fujimorato, en Venezuela son los periodistas (Patricia Poleo, Martha Colmenares, Edgar Otálvora) los que dan la cuota de racionalidad y combatividad discursiva a esta oposición. Parece mentira pero el parecido con lo que vivimos durante la democradura de Fujimori es increíble.

Mal haría el Perú el otorgar asilo a Rosales y permitirle que haga política desde aquí (en esto hay que celebrar los buenos reflejos de Joselo). Daría pie a Chavez a inmiscuirse abiertamente en la política peruana con el capital que le otorga la simpatía que inspira su impostura antisistema. Por si fuera poco la defensa apristona (Javier Valle Riestra) que se escogió el -torpe- político venezolano podría ser aprovechado por la revolución bolivariana para estrechar lazos con la oposición antiaprista.

García y compañía van a tener que recurrir a toda su astucia política para hacer un buen puré con esta papa caliente. El chavismo es inescrupuloso y no va a desperdiciar esta oportunidad para poner su pica en nuestro país. El de Manuel Rosales será un interesante "stress test" para el partido de gobierno y una ocasión para evaluar su margen de discrecionalidad en la política nacional.

Asilo a Manuel Rosales sí, pero con la boca cerrada.

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