Ser humilde en política es lo mismo que ser un gato vegetariano. Los segundones y coleros jamás estarán contentos de serlo, pero lo tienen que disimular buscando culpables fuera.
Sea como se hayan presentado los resultados de las últimas encuestas del grupo APOYO, hay un problema de fondo que tiene que ver con el fin de estos sondeos: ¿Sus resultados determinan en adelante las preferencias? ¿No debería ser al revés?
No se ha estudiado lo suficiente el fenómeno del feedback que se produce por la publicación de los resultados de los sondeos de opinión. Sólo existen suposiciones, como aquellas donde se sostiene que estas favorecen solamente al candidato puntero. ¿Qué pasaría si las encuestas muestran que Alan García está en el 1er lugar en intención de voto o, peor aún, que puede ganar en primera vuelta? Ese susto ya nos dimos en la segunda vuelta de las elecciones 2001:
Más de uno no podría dormir tranquilo y al día siguiente escucharíamos que cayó la bolsa o subió el dolar mientras la gente se vuelca sobre las embajadas extranjeras con la esperanza de conseguir una visa salvadora. Recordemos que cuando Humala pareció aventajar a Lourdes Flores, cayó la bolsa de valores y subió el dólar.
Las antipatías que provocan candidatos como Alan García, Ollanta Humala y Martha Chávez no son gratuitas, y eso lo saben muy bien. Al contrario, deberían estar agradecidos que hay una porción de pueblo -soberanamente vruto- que tiene intenciones serias de coronarles presidente y que -de todas formas- les ayudará a colocar suficientes congresistas para joder al próximo gobierno, salga quien salga.
Obviamente sus poses de víctima y sus aires de mesianismo son calculados. Un candidato seguro de sus propuestas y que confíe en la voluntad soberana del pueblo, no necesitaría recurrir a esos artificios. Es por eso que podemos asegurar que Alan García no ha aprendido la lección e insiste en las viejas fórmulas demagógicas que nos llevaron a la ruina durante su desgraciado gobierno. Igualmente Humala confía que alguien más morderá el anzuelo y que sus dudosas e inconsistentes propuestas pasarán piola gracias a la imagen de outsider de cuño nacionalista que pueda proyectar.
En un mundo de sensaciones y percepciones mediatizadas, tales shows serían los verdaderos determinantes de las intenciones de voto, y no solamente los resultados de una encuesta. Pero en esa situación los votantes no seríamos más que animales que responden a estímulos sin más autonomía que la determinada por la oferta informativa. ¿Será esto lo que verdaderamente piensan estos señores que se quejan por la publicación de los resultados de una encuesta? Si le ligó a Fujimori...
Por Guille da Maus
Elecciones 2006, Encuestas, Política.
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