jueves, 7 de febrero de 2008

DECALOGO CONTRA EL PATRIMONIO

La última ocurrencia de los privatofóbicos "defensores" del patrimonio que, no contentos con haber logrado la derogación de la Ley 29164 que hubiera salvado del abandono y deterioro a varios sitios arqueológicos, insisten en su empeño mercantilista de no permitir que otras manos que no sean las suyas usufructen el patrimonio cultural como para que se mantenga la lamentable situación que, por ejemplo, tenemos en Aguas Calientes (Macchupicchu) con la informalidad y la baja calidad de los servicios. Se trata de un "Decálogo de defensa del patrimonio cultural y natural" cuyos términos bien podrían aplicarse a los autoproclamados "defensores". Aquí algunos extractos:
I. Se afirma su calidad de patrimonio y que no se hable de ruinas.
II. Son bienes de nuestra civilización andino-amazónica, no obras de extraterrestres.
(...)
IV. Su reconocimiento para la autoestima nacional y regional es el principal uso público de los patrimonios.
(...)
VI. Debe establecerse los cursos de patrimonio cultural-natural en las escuelas y universidades, empezando con las iniciativas de municipios y regiones.
(...)
VII. Debe implementarse los planes maestros vigentes y sus respectivos planes de uso público (Santuario Histórico de Machu Picchu, Centro Histórico del Cusco, Sacsayhuamán, Ollantaytambo, Raqchi, Písac, Pikillaqta, Chinchero, Vilcabamba, Choqequirao), como procesos permanentes en el tiempo, con iniciativas de tutela cultural desde el gobierno regional y las municipalidades, así como de participación en especial de comunidades campesinas, poblaciones y universidades.
(...)
IX. En las escuelas, universidades, comunidades campesinas, barrios, centros de trabajo deben formarse comisiones de vigilantes del patrimonio cultural para cuidarlo y, al mismo tiempo, denunciar y enfrentar cualquier intento de depredarlo y privatizarlo.
X. Se promueve el uso público del turismo sostenible y el respeto de gestión de los visitantes de todo el mundo, y se enfrenta al turismo depredador, excluyente, discriminador y que destruye el patrimonio cultural.
Dejando de lado algunas estupideces que no valía la pena traer a colación para rellenar el decálogo ("ruinas", "extraterrestres", la "autoestima"), resulta patético que se insista en las viejas fórmulas que llevaron al descuido a buena parte de nuestro patrimonio. Meter a medio mundo (grupos, poblaciones, colegios, universidades) en la tarea, recurriendo a mandatos y obligaciones, es asegurar que los verdaderos responsables se laven las manos, lo cual es lo que justamente ha permitido la depredación del patrimonio y cobijado prácticas excluyentes y discriminatorias cuando no les sale a cuenta el negocio. Eso explica la lamentable situación de nuestro patrimonio, desde los precios descarados con los que se asalta al turista hasta la inacción pasmosa del INC y el estado mismo que desperdicia sus recursos al repartirlos en iniciativas estériles que no puede vigilar. Con las concesiones (que no "privatizaciones") contempladas en las leyes 29164 y 29167 no se perdía el control del estado, sino todo lo contrario pues éste se libra de invertir y mejorar la infraestructura para dedicarse a lo que debe dedicarse: velar por el interés público.

Dudo muchísimo que los protestantes hayan leído el texto de estas leyes. En todo caso se confirma que el perro del hortelano -otra cosa no puede ser- y sus cachorros no solamente no comen ni dejan comer, sino que se mean sobre su propio plato.

Por Guille da Maus

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