martes, 27 de noviembre de 2007

LA RECETA DEL HORTELANO (I)

Nuestro presi volvió a cojer la pluma para pesadilla de los "neoliberalofóbicos" que se escandalizaron con su anterior entrega intitulada "El síndrome del perro del hortelano". Aunque García no podía con su genio fanfarronesco (que es lo que quizá más afectó a nuestros sociosensibles intelectuales), el texto dejaba entrever las líneas principales de cierto pensamiento económico-liberal donde APARENTEMENTE se contemplaba la reducción de la participación del estado en la economía para aumentar su eficacia en las tareas que le son propias, incorporando de esta manera áreas "ociosas" a la producción.

En su nuevo artículo (publicado también en la casa de sus nuevos amigos, El Comercio), García propone un paquetazo de medidas de impulso bajo la sugestiva forma de "recetario". Repasando la lista encontramos en la primera mitad algunas perlas que poco tienen que ver con la fiebre "neoliberal" que tanto atormenta a los pitbulls nacionales y que huelen más bien a Ricocán (*):

  1. "Quitar al Estado la obsesión del control total": Totalmente de acuerdo, salvo que en su atropellado análisis García atribuye la ineficiencia únicamente al factor humano "que quiere afirmar su poder demorando el trámite". Al final lo que busca es un mejor "timing" sin reducir la burocracia propiamente dicha.

  2. "Estimular al empleado público que presta el mejor servicio": ¿Otorgándole una "medalla al trabajo"? ¿Y porqué no ofreciéndole una carrera como en una empresa privada? En la empresa privada la falta de eficiencia se corrige (hasta donde se lo permiten, claro) con reducciones, reestructuraciones o despidos. Una empresa que no funciona por culpa de unos cuantos termina perjudicando a todos sus trabajadores. Esto lamentablemente no se entiende para la empresa pública donde el interés "social" de mantener los "derechos" del empleado y funcionario se encuentra reñido con su función primigenia: el servicio público. La competitividad (esa "odiosa" palabrita) incide directamente no solamente en la calidad del servicio, sino en la mejora de las condiciones de trabajo. Una estabilidad laboral que se antepone al servicio público nos perjudica a todos, incluso al trabajador ineficiente que ve así estimulado su bajo desempeño.
    Si la primera propuesta mantenía intocado al burócrata, con esta se le pone más "pintón". ¡Palmas compañeros!

  3. "Liberar los bienes que el Estado no usa ni trabaja": acá si da en el blanco aunque no ahonda en sus tremendas implicaciones que merecerían otro ensayo -autocrítico- sobre la cultura de perromuerto. Otro tanto tendría que hacer respecto a la reforma del Poder Judicial que es lo que verdaderamente se necesita para que todo juicio y proceso (no solo los que involucran al estado) sea más agil y eficaz. Soñar no cuesta nada.
De razón que los canes del proteccionismo e intervencionismo estatal no ladraron mucho esta vez. Pero en el siguiente post revisaremos el resto de pócimas que retoman lo planteado en su primer artículo, señalando otros lastres en su muy particular estilo bufalonesco. "Miau!" dijo el ratón!

(*) comida para perros

Por Guille da Maus

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