En su nuevo artículo (publicado también en la casa de sus nuevos amigos, El Comercio), García propone un paquetazo de medidas de impulso bajo la sugestiva forma de "recetario". Repasando la lista encontramos en la primera mitad algunas perlas que poco tienen que ver con la fiebre "neoliberal" que tanto atormenta a los pitbulls nacionales y que huelen más bien a Ricocán (*):
- "Quitar al Estado la obsesión del control total": Totalmente de acuerdo, salvo que en su atropellado análisis García atribuye la ineficiencia únicamente al factor humano "que quiere afirmar su poder demorando el trámite". Al final lo que busca es un mejor "timing" sin reducir la burocracia propiamente dicha.
- "Estimular al empleado público que presta el mejor servicio": ¿Otorgándole una "medalla al trabajo"? ¿Y porqué no ofreciéndole una carrera como en una empresa privada? En la empresa privada la falta de eficiencia se corrige (hasta donde se lo permiten, claro) con reducciones, reestructuraciones o despidos. Una empresa que no funciona por culpa de unos cuantos termina perjudicando a todos sus trabajadores. Esto lamentablemente no se entiende para la empresa pública donde el interés "social" de mantener los "derechos" del empleado y funcionario se encuentra reñido con su función primigenia: el servicio público. La competitividad (esa "odiosa" palabrita) incide directamente no solamente en la calidad del servicio, sino en la mejora de las condiciones de trabajo. Una estabilidad laboral que se antepone al servicio público nos perjudica a todos, incluso al trabajador ineficiente que ve así estimulado su bajo desempeño.
Si la primera propuesta mantenía intocado al burócrata, con esta se le pone más "pintón". ¡Palmas compañeros! - "Liberar los bienes que el Estado no usa ni trabaja": acá si da en el blanco aunque no ahonda en sus tremendas implicaciones que merecerían otro ensayo -autocrítico- sobre la cultura de perromuerto. Otro tanto tendría que hacer respecto a la reforma del Poder Judicial que es lo que verdaderamente se necesita para que todo juicio y proceso (no solo los que involucran al estado) sea más agil y eficaz. Soñar no cuesta nada.
(*) comida para perros
Por Guille da Maus
Tags: Alan García neoliberalismo burocracia perro del hortelano receta El Comercio
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