lunes, 3 de noviembre de 2008

LECCIONES DE COHERENCIA


El adalid anti-neoliberal y feroz inquisidor de la high-life limeña Rafo León recuerda, a propósito de una cháchara sobre coliflores, su incursión en la Bolsa de Valores, no precisamente por curiosidad intelectual:
Hace menos de un año caí en la estúpida trampa de meter plata en la Bolsa a través de tres productos de diferente riesgo, en un esquema que me armó una regia especializada en finanzas...
(...)
Muy bien, esa profesional de las altas inversiones fue la que se ocupó de mis bajas inversiones, desde su puesto como promotora de una gigantesca compañía de seguros que, según leo en los diarios, está agonizando y su crac total es cuestión de horas. (...) A los dos meses de cometido mi error, y luego de haber perdido capital en una suma que para mí es altísima, me retiré de ese mundo incomprensible pensando que, en efecto, así como hay gente para la coliflor, también hay gente para la bolsa.

Siendo las Bolsas de Valores uno de los escenarios donde se desenvuelve el más descarnado capitalismo, me sorprende que un irredimible anti como Rafo León se haya animado a invertir (que no redistribuir entre los más pobres) su capitalcito. ¿De qué le sirvió al señor León toda su argumentación contra la economía de mercado y el libre comercio? De nada. Ni siquiera como punto de partida para un personal análisis del riesgo que estaba asumiendo, siendo que hace poco más de un año (agosto 2007) se dieron las primeras alarmas con la crisis hipotecaria en los yunaites que, si mal lo recuerdo, sirvió a León y sus camaradas para augurar que el sistema neoliberal se acercaba a su fin. Como que la compañía de seguros que "está agonizando" y cuyo "crac total" es "cuestión de horas" (imagino que se refiere a Pacífico Peruano-Suiza, por tener como accionista minoritario a la quebrada AIG useña) está vivita y coleando.

Y todo para quejarse que "nadie se ocupa de orientar al ciudadano sobre qué hacer con sus ahorros". ¿No nos basta con que nos informemos por nuestra propia cuenta y seamos conscientes de los riesgos inherentes a ofertas como las de la bolsa de valores? No seremos intelectuales pero tampoco bebes, oiga.

Ni Bolsa ni Coliflor por Rafo León, Revista Somos 1143, pag. 34

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