martes, 12 de junio de 2007

¿COOL?

Todo un cínico en el sentido filosófico del término. No estaría mal si no estuvieramos en el Perú donde seguramente muchos que hayan leído esta columna deben estarse apuntando en su equipo, pero sin conocer nada de la "mística" original. ¿Qué no? Acabo de escuchar a un chiquillo que, para justificarse en su pésimo desempeño, argumentó: "es que mis enemigos son tan mediocres como yo". ¿Donde escuche eso antes?

Me considero un hombre de éxito porque nunca pasé una noche en la cárcel. Mi mayor ambición es que no me arreste la policía. El éxito para mí consiste en permanecer en libertad.
Soy escritor porque no se me ocurre otra manera de ganar dinero quedándome en casa.
Salgo en televisión no por cariño al público sino para ganar suficiente dinero que me permita alejarme de él.
Todos los escritores que he leído me parecen mejores que yo, especialmente aquellos que dicen no haberme leído o aquellos que dicen que soy un mal escritor.
No creo en Dios, pero rezo por las dudas. Lo hago sin convicción, como cuando compro un boleto de la lotería. Sólo me persigno sin dudarlo cuando estoy en un avión a punto de despegar.
Me siento un buen hijo si veo a mi madre tres veces al año: en navidad, en su cumpleaños y en el día de la madre.
Mi obligación como padre se limita a darles de comer a mis hijas, pero no a obligarlas a comer. No me siento obligado a vestirlas ni educarlas. Si no aprenden nada en el colegio ni aprenden a vestirse, se parecerán más a mí y tal vez nos llevaremos mejor.
No aspiro a tener amigos. Prefiero tener empleados. Me tratan con más cariño y no vienen a verme a la casa.
Mis enemigos no son muy distintos de mí. Me reconozco en ellos. Son mediocres como yo. Saben que no pueden ser mis amigos y se resignan a odiarme.
¿Alguien más se apunta? Pobre Diego.

Por Guille da Maus

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domingo, 10 de junio de 2007

LA LEYENDA DEL SAMURAI

Tan firme como el cuento de la intoxicación con bacalao (1990) que le sirvió para eludir a un ingenuo Vargas Llosa. Juan Paredes Castro lo explica:

El brusco giro dado por el proceso de extradición del ex presidente Alberto Fujimori viene a reactualizar algunos mitos y realidades que se mueven a su alrededor.
Uno de los mitos abona la supuesta inteligente estrategia de Fujimori de haber elegido Chile (país al que llegó desde Japón burlando controles de la Interpol) para disolver allí cualquier pedido de extradición o, en cualquier caso, que esta fuese aprobada con el mínimo número y peso de delitos a ser juzgados en el Perú. Su objetivo de irse en coche se basaba en el hecho cierto de que ningún Estado puede sacarle así nomás un fallo de extradición a la justicia chilena. Cosa que, de paso, es cierta.
Sin embargo no estamos ante cualquier proceso de extradición ni ante cualquier sustento de delitos, como es el caso de los cuadernillos que contienen las acusaciones a Fujimori. De ahí que la recomendación fiscal y el preventivo arresto domiciliario dictados en las últimas horas podrían ser el preámbulo de una realidad judicial muy distinta a la que pintaba el mito hasta hoy. La balanza habría empezado a inclinarse hacia la extradición e incluyendo la presunción de delitos de orden criminal que la defensa del ex mandatario daba por excluida, de acuerdo con la versión de que este no tuvo nunca participación directa y precisa en los mismos.
El otro mito tiene que ver con el fujimorismo con Fujimori (a través de Santiago y Keiko), hoy representado en el Congreso, y con el fujimorismo sin Fujimori que ha corrido como un río y durante mucho tiempo bajo los puentes de la política.
En efecto, el fujimorismo, como alternativa política, ha pretendido encarnar con éxito, en un país desestructurado como el nuestro, el valor de la mano dura y firme en el manejo de las riendas del Gobierno y del Estado y el compromiso de un asistencialismo social populista como sostén político clave del régimen.
Ha quedado demostrado ahora que el valor de la mano dura y firme, que parecía ser patrimonio única y exclusivamente de un gobierno autoritario como el de Fujimori, puede funcionar perfectamente en un sistema democrático. El desalojo de los invasores de Santa Anita, con la ley en la mano y el orden bien administrado por la policía, es una reivindicación del principio de autoridad que las democracias no deben ni pueden perder.
Así como se desinfla el mito de que las democracias son débiles se desinfla también gradualmente el mito de que solo el fujimorismo puede salvar el país.
Toda la carrera del fujitivo ha estado plagada de mentiras y falsedades. Si hay un mito que "rescatar" en su figura es el del vivazo criollo (la conch...) más grande de la historia, cuya fama traspasa fronteras. Los japoneses estan cogidos. ¿Lo serán también los chilenos?

Por Guille da Maus

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sábado, 9 de junio de 2007

CHINO TE QUEREMOS ! !

Las pasiones se encienden con el Fuji-tivo en la puerta del horno. ¡¡ Es el calentamiento global, baby !!

Vivo o muerto, libre o en prisión, presidente o cantando las mañanitas en Piedras Gordas. La cosa es que todos de alguna forma lo queremos, tomando partido por alguna de estas corrientes. Mientras tanto el objeto del deseo, cuando más parece sufrirla, la goza:



Por Guille da Maus

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viernes, 1 de junio de 2007

LA CONCHAYA DEL PUEBLO

Congresista Tula BenitesNo nos hagamos los sorprendidos. Por la forma en que se hace carrera política en el Perú es prácticamente inevitable que inescrupulosos se coronen como Padres de la Patria. No es problema de un solo partido, sino de toda la clase política, en general malacostumbrada por los votantes a ser premiados con una curul por su verborrea o figuretismo.

Por Guille da Maus

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